Feb 1, 2022 | Botánica, Centro de documentación científica, Cicloturismo, Diario de viajes, Fotografía, Fundación Pep Bonet Capellá, Mis escritos, Pep Bonet, Trike de alforjas, Uncategorized |
¡Mi Community Manager me acaba de dar un tirón de orejas!
Desde que pusimos en marcha la web de la Fundación Pep Bonet Capellá que tengo abandonada mi web personal.
En parte tiene razón, es que yo soy “de la vieja escuela” y no me adapto al ritmo frenético y a la simplificación de las redes sociales. Creo que, para mi suerte, fui educado en un estilo renacentista. Ya de niño, mezclaba el ir a pescar con la astronomía y el recuento de buitres negros en la Serra de Tramontana y ya se sabe que “lo que se aprende con babas no se olvida con canas” (hace tiempo, leyendo otra cosa, encontré este párrafo que viene al pelo en este refrán, por lo de viejas, “En España la primera colección de Paremias corresponde al Marqués de Santillana y lleva por título Refranes que dicen las viejas tras el fuego”)
La verdad es que sí he seguido compartiendo actividades, pero cada vez me he ido limitando más a la “oficialidad” de la Fundación. En mi web personal compartía mi espíritu aventurero contando mis viajes, mientras que en la Fundación pienso que mis actividades privadas no son relevantes, estoy tratando a la Fundación como a una empresa y a sus seguidores como clientes interesados en sus actividades… Y, en el mundo empresario, suele ser importante la eficiencia. Las cuestiones personales se dejan para “fuera de la empresa”. Básicamente escribo sobre aplicaciones y avances de la Fundación.
En fin, toda esta parrafada para reconocer que mi Community Manager tiene razón.
Entonces, aunque sea con retraso, retomaré mis viejas costumbres y contaré, resumida, mi última aventura.
Todo va en gustos, hay quien gusta de cruceros por el Mediterráneo, otros de visitar grandes urbes, museos y arquitectura. ¡Para mi no hay nada como la naturaleza!
La última salida fue en noviembre pasado, me dio por ir a fotografiar TRASMOCHOS.
Que ¿qué son trasmochos? Pues una técnica de producción de madera con alto rendimiento, que lleva usándose cientos de años (en Japón aún está en uso)
Al árbol se le hacía una poda severa dejando solamente una muestra de las ramas más gruesas y, preferentemente horizontales. En estos “tocones altos” brotaban chupones que se controlaban y se distribuían de tal manera que no se estorbaran entre sí. Era bastante fácil que un tronco tuviera su docena de chupones, que iban a crecer bien rectos y verticales y que, en 15 o 20 años tendrían una buena docena de troncos maderables.
Como puede verse, una forma de incrementar la producción, incluso de mejorarla, en el sentido que era muy fácil controlar el crecimiento de estos “árboles de segunda generación” consiguiendo controlar su rectitud y evolución.
La zona recorrida empezó en Euskadi, concretamente en los bosques del norte de Vitoria y, como había que embarcar en Barcelona, fuimos recorriendo el Pirineo navarro hasta Irati.
Viajando se aprende mucho, por ejemplo, que, en Euskadi, debido a su industria del hierro necesitaron muchísimo carbón y que, por eso, fue una de las regiones de España donde prosperó más el trasmocho. Postura inteligente, un trasmocho, por cada pie, da mucha más madera que un bosque nuevo.
En el mismo Euskadi, pero durante la guerra civil, se perdió la idea de una economía con visión de futuro y, necesitados de combustible, arrasaron todo cuanto árbol encontraron. Por eso, en los bosques de Zubiri donde se montó una fábrica de munición, no queda ni un trasmocho, ¡arrasaron! Es triste, pero se perdieron cientos de años de cultura y tradición… También es cierto que con la citada guerra se perdieron muchísimas más cosas, vidas incluídas.
No es un diario de viaje, de hecho, si viajo acompañado o en grupo no suelo escribir diario, pero al menos es un resumen y una pequeña visión de esta última aventura.
Curiosamente, en Irati y todo y haber otra fábrica de armas en Orbaiceta, a pocos km, si que se salvaron trasmochos (que ya no se trabajan) Igual porque el río Irati, que corre “por el interior de la fábrica” les pudo proporcionar la energía necesaria.
Sep 17, 2020 | Botánica, Centro de documentación científica, Cicloturismo, Diario de viajes, Fotografía, Fundación Pep Bonet Capellá, Pep Bonet, Trike de alforjas, Uncategorized |
Me ha venido a la memoria una escena de la película de 1972, “La Aventura del Poseidón”. Al principio de la trama, cuando el barco zozobra, un cura viejo y uno joven mantienen un pequeño enfrentamiento: el viejo propone unos rosarios, rezar y esperar, mientras que el joven se opone. Sin dejar de glorificar al Señor, propone que “le ayuden”, que empiecen a moverse para alejarse de las aguas que inundan el barco y en busca de como poder salir al exterior. Recuerdo algo como que “el Señor no se va a molestar si le ayudamos en el trabajo de salvar nuestras vidas”.
¿A qué viene “eso”? Llevamos alrededor de un año buscando frutos de Ceratophyllum demersum. La planta la tenemos perfectamente localizada, incluso llegamos a conseguir unas fotos no muy buenas de flores, pero, por mucho que lo hemos intentado, nunca hemos podido conseguir un fruto… y menos semillas.
Estamos en nuestra segunda campaña (creo que más despistados que un pulpo en un garaje, todo y que los expertos marcan la floración y fructificación entre marzo y noviembre) Hemos hecho visitas regulares cada par de semanas y hemos cribado buenos manojos de la planta, sin ningún resultado. La población que controlamos, en la zona de las Fuentes de Son Sant Joan, en la albufera, se ve perfectamente sana, en principio debería tener un crecimiento y una fructificación normal, ¡pero no resulta así!
Ante la evidencia y que nuestro fuerte no es la biología, sabiendo de otra población en unos estanques del Centro de Interpretación de la Albufera, decidimos cambiar de población, sin buscarle tres pies al gato. Entonces viene a cuento el encabezamiento del escrito.
Los que me conocéis, sabéis que hago largas excursiones en trike a lo largo del país. Cómo que había una “media vuelta a Mallorca” programada con unos amigos, me quise comprometer a perder algo de mi tiempo y visitar la Albufera, los estanques del Ceratophyillum, para inspeccionar “el tema”… Menos mal que Pep Lluís Gradaille opinó que no mezcláramos churras con merinas, que fuéramos “a hacer nuestro trabajo” y que mis aventuras eran mis aventuras. El día que pasé por enfrente de la Albufera este era el panorama
Huelga decir que, tampoco en nuestra visita a la Albufera, no apareció ni un solo fruto, por ahora solo tenemos unas pocas fotos, no demasiado buenas, de algunas flores. Al menos aparecen flores masculinas y una solitaria flor femenina.
Pero frutos, ¡nada de nada! Eso sí, por nuestra parte somos de lo más insistente y seguiremos buscando… Recuerdo, hace años, que la Merendera filifolia me tuvo en jaque durante tres años, pero ¡cayó!
Ago 23, 2019 | Cicloturismo, Diario de viajes, Pep Bonet, Trike de alforjas, Uncategorized |
MI MUNDO DE CICLOTURISMO
Introducción
Mis primeros escarceos con el mundo de la bici vienen de la infancia, como casi todo el mundo afortunado.
Como curiosidad, a mis creo que dos o tres años, mi padre (que era soldador) me fabricó un triciclo. Evidentemente, como el “Pep terrible” que fui, “bajé” una escalera de jardín, el triciclo por un lado y yo por otro. No recuerdo el hecho, pero si recuerdo que tuve un diente negro hasta perder los dientes de leche.
Más adelante ya tuve bici, iba con ella a la escuela. El problema vino al tener mi accidente, intenté seguir en bici con una sola mano, pero el manillar no me resultó tan seguro como con las dos y, en un bache, casi me fui al suelo, en medio del tráfico. Dejé la bici y la olvidé.
Un poco antes de los 60, mi último año de actividad laboral, me compré un trike ¡GRAN ACIERTO! Todos los problemas de estabilidad desaparecieron, es más, sin haberlo previsto, obtuve un par de beneficios impagables, en vez de sillín ¡butaca! y, al ser triciclo, estabilidad total, incluso parado. Esto último me permite subir cuestas a 1 kph, cosa imposible para cualquier ciclista que no trabaje en un circo y que convierte el ciclismo en cómodo paseo.
Como se nota en la foto, poco tardé en adaptarle equipaje y las primeras vacaciones que tuve ya hice mi primera salida. Fui a las hoces del Júcar, mi primera ruta de cicloturismo y mi primera salida en solitario.
Eso fue en abril de 2012… hace ya tiempo que he sobrepasado los 40.000 km y sigo.
Desde que me jubilé suelo hacer 2 o 3 salidas anuales a la península, en una mezcla de turismo de hostal, con algo de camping y algo de ilegal acampada libre. A estas alturas tengo claro que hasta que nos acabemos uno de los dos, el trike o yo.