Entre las pocas ventajas de la vejez está el tener infinitas batallitas para contar.

 

Estaba yo ahora pensando en mi historia fotográfica, en mis primeros pinitos, en cómo empecé. A decir verdad, creo que entré en la fotografía “por la puerta de atrás”, como mucha gente. Durante años, desde mis 18, que fui haciendo las fotos que hemos hecho todos, los retratos de algún amigo o de alguna novieta, aquellas fotos de algún lugar visitado (normalmente “postales” sin pena ni gloria)

 

Mi primera máquina fue una “Instamátic”, puro plástico de baja calidad. En un par de años “subí de categoría” con otro plástico algo mejor y, acto seguido, ya entré en el mundo de las réflex con objetivos intercambiables… digamos que me hice mayor.

 

Como ya he comentado, en la época de mi primera réflex fue cuando nos montamos los “sábados fotográficos” en la escuela. Con toda seguridad fue en este momento cuando tomé conciencia de que existe un lenguaje de la imagen. Pensándolo bien, en el proceso de educación que transmitimos a nuestros niños, probablemente desde siempre, nos esforzamos mucho en transmitir lenguajes orales, escritos y matemáticos, pero no solemos dar ninguna importancia ni a lenguajes visuales ni corporales ni sentimentales. Parece que se da por sentado que “esos lenguajes” se pueden adquirir por osmosis… ¡y así nos va la mayoría de veces!

 

Fue a partir de esa época que empecé a leer libros de arte, a ver exposiciones, a mirar y ver pintura, a estudiar composición, en fin, a tomar conciencia de que las imágenes son manipulables para conseguir comunicarse con los sentimientos. Fue cuando llegué a entender eso de que una imagen vale más que mil palabras. Desde entonces que cultivo el lenguaje visual, como una forma más de comunicación.

 

Por descontado que, una vez que empiezas, la cosa ya no tiene por qué parar. Pocos años después fue cuando la Conselleria de Educación me pidió el favor de que diera clases de Imagen y Sonido en FP. Y fue este “accidente” que disparó mi relación con la fotografía, ya no solo adquiría conocimientos para mí diversión, ahora dependía de mí que inculcara a futuros profesionales de la imagen lenguaje fotográfico suficiente para que sus trabajos fueran de calidad y esa responsabilidad hizo que me profesionalizara a mi mismo, siempre siguiendo mi concepto renacentista de la vida. En fin, que desde entonces la fotografía es para mi algo muy serio.

 

Una vez introducido en el mundo de la imagen, y siempre según las neuras del momento, según las modas, según las influencias de los fotógrafos que he ido leyendo, etc. he ido tocando diversos temas fotográficos, foto submarina, paisaje, composiciones de estudio, muy poco retrato, botánica, macro, astronomía, etc. Poco a poco iré desgranando estos distintos temas, unos abandonados en la actualidad, otros muy vivos, para solaz de quien esté interesado en mi blog.