Nadie nace enseñado, en otros apartados de esta web hablo de mi historia fotográfica, cómo llegué a adquirir algo de conocimiento en el tema, no solo en lenguaje visual, también en técnica fotográfica.

En el mundo del macro, que me enganchó casi desde el principio, como todo el mundo, empecé con los clásicos anillos de extensión y la inversión del objetivo, funciona, pero rápidamente le encuentras las limitaciones, en cuestiones de luz y de profundidad de campo principalmente.

Hice muchos inventos para iluminar con flashes, probé el consabido flash anular (con una desagradable luz plana), llegué a dominar el flash y reflector y luego pasé al fuelle con posibilidades de corrección de Scheimpflug, hasta llegar al día de hoy que ya tomo las fotos de macro extremo “por capas”.

Nos guste o no, el espíritu renacentista obliga mucho… pero da alegrías.

 

 

Allá por el 2000 hice una exposición de fotos de flores y aproveché para mostrar al director del Jardín Botánico de Sóller los primeros resultados de mi nuevo tema, las semillas… parece que quedó impresionado, no por las semillas en sí, que no eran nada especial, incluso algunas de plantas de jardín. Le encantó la composición y las iluminaciones fuera del ámbito botánico.

Tuvimos una larga charla, él me enseñó un proyecto suyo, estrictamente botánico… y yo, ahora en el 2019, sigo haciendo fotos de semillas, en parte siguiendo aquel proyecto y, por otro lado, de vez en cuando prostituyéndolo un poco (el proyecto era muy científico y exclusivo, en permanente adoración a los endemismos, y yo incluyo un montón de hierbajos sin pedigrí)

No recuerdo el año, pero ya teniendo donde elegir, montamos una exposición de estas 34 láminas, aprovechando uno de los concursos de Fotobotánica que se hacían en el JBS.