Mermelada de cerezas con cardamomo, otra delicia para el paladar.

Mermelada de cerezas con cardamomo, otra delicia para el paladar.

Indudablemente, hay una espectacular movida de naturismo, veganismo y vegetaniarismo están de moda, todo tiene que ser reciclado, los productos han de ser ecológicos… pero, en general, somos gentes de ciudad y muchos de nosotros no sabemos de la misa la mitad.

 

La industrialización del campo, los invernaderos, el cultivo “contra natura”, el que haya “de todo, todos los días del año” y, por qué no decirlo, la limitada cultura de la gente incluidos los ecologistas, nos hace un flaco favor a las personas… es más, la necesidad de abastecer a millones de personas diariamente obliga a manipular los productos agrarios para que puedan soportar el transporte y la distribución a un precio razonable. Todo el mundo conoce los mangos normales, a uno o dos euros el kilo y los “de avión” a 7, incluso hasta 10 euros el kilo: diferencia, los primeros se recogen verdes y se distribuyen con sistemas de transporte baratos y lentos. Los segundos se recogen en su punto y se distribuyen en cuestión de horas con medios de transporte rapidísimos, con alto consumo de carburantes y dejando una huella de carbono terrible… ¡Pero los mangos de avión son exquisitos!

 

¿A qué viene esta perorata? Las cerezas son fruta de verano, la temporada alta anda entre junio y agosto (va por regiones) y será cuando encontremos las mejores cerezas.

 

Por otra parte, las mermeladas no se inventaron por lujo. Las gentes de ciudad no suelen tener esta percepción, pero una familia que viva en el campo y tenga árboles frutales sabe que la fruta madura “TODA” en cuestión de días. En cuestión de días puedes tener un montón de kilos de albaricoques o cerezas o higos o lo que sea, ¡y hay que comérselos! No es como en el súper, que te sirves tu “medio kilito” y ya volveremos a por más (madurado en cámara y sin sabor ni aroma).

 

Nuestros ancestros, que no eran tontos, inventaron como conservar estas frutas, ricas en azúcares, alimenticias y sabrosas y de ahí salen técnicas como las mermeladas o las frutas desecadas, los higos secos, los orejones, las pasas, etc. En su momento, alguien descubrió que muchas frutas, cocidas en azúcar, se conservaban perfectamente durante el tiempo que tardara en aparecer la siguiente cosecha.

 

Bueno, pues ahora, entrando en junio, será el momento de encontrar muy buenas cerezas y a buen precio, por su abundancia. Hagamos una mermelada, con un toque exótico, sazonando con cardamomo. Una puntualización, cuando escribo una receta siempre me refiero a producto que pienso comerme. Por ejemplo, compré 5,2 kg de cerezas y me quedaron 440g de pepitas y rabillos, realmente 4,8 kg de fruta comestible.

 

4,8 kg de cereza sin pepita

1,440 kg de azúcar (300g de azúcar por kg de fruta comestible)

2 cucharillas colmadas de semillas de cardamomo verde molidas, ligeramente tostadas para secarlas

2 cucharillas colmadas de canela molida

Zumo y la cáscara rallada de un limón

8g de Agar-Agar, porque las cereza tiene poca pectina y queda muy líquida, muy aguada.

 

El sistema es sencillo, las cerezas limpias, lavadas por si los productos fitosanitarios, sin pepitas ni rabillos, partidas por la mitad (al quitar los huesos ya se quedan en dos trozos) en una olla, con el azúcar, la canela, el cardamomo y el limón. Se dejan reposar unas horas, tapadas, que se repartan perfumes, por ejemplo toda la noche. Pensar que ya hace calor, o sea que mejor en la nevera.

 

Una vez reposadas, poner a hervir a fuego lento durante una hora ¡removiendo! Todos los cocimientos que lleven azúcar tienen una especial tendencia a quemarse, lo que deja un interesante sabor a rayos. La cereza, en particular, arranca a hervir con muchísima espuma, casi como la leche, o sea que ¡cuidado!

 

Una puntualización, las abuelas siempre os dirán “hervir tres veces en días seguidos”. Es correcto en cuanto a conservación, lo mismo que siempre os dirán “kilo por kilo” de azúcar. Lo normal era dar los tres hervidos y tapar las conservas con un trapo atado, para que no lo alcanzaran las moscas, sin esterilizar ni envasar al vacío. El azúcar es un conservante, “per se”, pero al hervir tres veces, azúcar y fructosa acaban caramelizados, perfectamente conservados y con exclusivo sabor a caramelo, Son las mermeladas de la abuela, que siempre tienen el mismo sabor ¡a caramelo! Nosotros vamos a mantener el sabor a fruta y especias… pero habrá que esterilizar. Si no lo hiciéramos cabría la posibilidad de que se echara a perder la mermelada.

 

El Agar-Agar se añadirá los últimos minutos, disuelto en medio vaso de agua fría (que si se añade en polvo a la mermelada caliente hace grumos y no se disuelve), dejar cocer un par de minutos y apagar el fuego. El Agar-Agar (o gelatina, o pectina de manzana, según vuestra experiencia) es optativo, si no se pone u os quedáis cortos la mermelada queda líquida, si acertáis se aguanta muy bien sobre la tostada y si os pasáis, en vez de mermelada queda una excelente gelatina de cereza. El sabor y dulzor siempre será el mismo, la textura no. Para 5 kg de fruta, a mí me gusta entre 6 y 8 g de Agar-Agar.

 

De esta magnífica olla de mermelada saldrán 15 o 20 botes, mermelada para bastantes meses. Los botes se rellenan inmediatamente que se apague el fuego, bien caliente, se tapan herméticamente con tapas limpias y en buenas condiciones y se hierven en una olla durante 15 minutos. Quedarán esterilizados y perfectamente conservados para más de un año en la despensa.

 

Otra de mis recetas: Frito de Mariscos

Otra de mis recetas: Frito de Mariscos

La cena de anoche, frito de mariscos. Cena para 4.

Ingredientes:

 

Unos 300 g de pescado y marisco por persona. Sepia, cola de rape, mejillón sin cáscara y gamba pelada. Si se es pudiente, marisco fresco. En mi caso congelados! Esta receta admite cualquier otro marisco o pescado.
Un manojo de cebolla tierna (entre cebolleta y cebolla, con bulbo y verde), pasas, piñones, hoja de laurel, unos ajos pelados, pimienta blanca molida y granos de pimienta negra, eneldo, hinojo fresco, dos chiles secos (solo para gentes de picante), cuatro patatas »guapas», para llenar a los comensales, y un pimiento colorado (para decorar)

 

Cortar sepia y rape a dados y salpimentar, suavemente, cada cosa por separado. En caso de congelados, descongelar en un colador para evitar al máximo el agua del hielo, que si no salpica mucho y hace el frito demasiado húmedo. Cortar la cebolleta al gusto, blanco y todo el verde aprovechable.

En cazuela, una tacita de aceite del bueno y empezamos a sofreír la sepia, hasta dorarla (poner tapa, que la sepia »explota» de vez en cuando y »ducha» de aceite hirviendo) cuando la sepia empiece a coger color, añadir los ajos pelados (no se ponen antes para que no se quemen) Cuando esté dorada añadir los piñones y darles color.

Añadimos la cebolla cortada al sofrito de sepia y ajos, hoja de laurel, granos de pimienta, los dos chiles, pasas al gusto y dejamos dorar la cebolla. Cuando nos parezca hecha y huela bien, añadimos el hinojo fresco picado a cuchillo, el eneldo, removemos y se añade todo el marisco restante. Fuego fuerte y en unos minutos está a punto de caramelo.

Se fríen aparte las patatas cortadas a dados, doraditas, y se mezclan con la mariscada y, luego, el pimiento colorado, cortado a tiras y frito, para decorar la cazuela (o los más pijos, para decorar la bandeja de plata donde sacaran el frito a la mesa)

 

Pan, buen vino y »bon profit»